sábado, 16 de febrero de 2008
EDUCAR SOCRATES Y MICHELANGELO
Hace unos días en un intercambio de emails con Helio (siguen las nuevas tecnologías acercando los astros, ¡qué cosas!) salió la persona de Sócrates.
Me voy a dar el lujo de soltar acá una reflexión (nada original, por cierto, pero que nunca es malo recordar) Educar, siempre se ha dicho que viene de dos palabras latinas: educare y educere. No sé si será cierto o no (no tengo idea de latín), pero los dos conceptos son totalmente contrapuestos... son dos formas antagónicas de entender la educación.
Educare hace referencia a conducir, a dar forma... es el maestro, el educador, el que es dueño del conocimiento y moldea al chaval a su imagen y semejanza... lo adoctrina, lo conforma. Es la figura del ceramista, creando sobre material informe y de poco valor.
Educere hace referencia a extraer, sacar a la luz. El chaval ya está formado, tiene todo su valor en su interior, el educador no hace más que ayudar a sacar lo que de valioso tiene el chico dentro... no le moldea ni adoctrina, sino ayuda a buscar dentro de sí y a expresarlo. Por supuesto son dos formas radicalmente distintas de entender a nuestros pequeños, de acercarnos a él. Ustedes elijan.
Sócrates ya eligió. Sócrates es el gran maestro de este concepto, del educere. Decía que el no enseñaba nada, eran sus alumnos quienes sacaban lo que tenían ya dentro, el sólo ayudaba a que el alumno lo expresara. Iba extrayendo la sabiduría de su alumno a través de preguntas, con el método de la mayéutica. Decía que su labor era similar a la de su madre, que era comadrona... la comadrona, por supuesto no tiene al hijo... ayuda a dar a luz.
La imagen que tenemos de un escultor es sin duda la de un educare de la piedra. Es decir, de alguien que ante una roca va dando forma hasta que la convierte en lo que el desea. Pues cuentan de Michelangelo lo contrario. Dicen que se quedaba mirando un bloque de marmol sin tocarla durante días y días para descubrir lo que esa mole llevaba dentro. Cuando le preguntaban sobre su arte para esculpir decía que era muy fácil, que el solo golpeaba con el cincel para ir sacando la escultura que había dentro, para liberarla. Fanfarronada de un genio, sin duda. Sin embargo al visitar Florencia, en el museo de la Academia, en el pasillo a la izquierda (puede que me ahora mismo me falle la memoria) hay las cuatro estatuas que más me han maravillado (no son ni mucho menos las más famosas), son las figuras de cuatro esclavos esculpidos por Michelangelo y que dejó a medio acabar. En ellas se ve que el educere del genio no era un fanfarronada. En lugar de atacar la piedra limitando la figura poco a poco... trabajaba una zona del marmol terminando perfectamente, hasta el pulido una de las partes de la estatua, con una visión inigualable de la obra final. Se palpa cómo extrae, libera, del mármol la estatua que lleva dentro.
Por supuesto, si te acercas a Florencia y al museo de la Academia, no será para ver estas cuatro estatuas sin terminar, sino que entrarás a la sala central a admirar el coloso del David, y si eres hombre saldrás completamente orgulloso de tu hombría diciendo, que tanta perfección corporal para tan poca mecha.
Sinceramente vuestra. SELENIA
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