Bueno amigos, ya estamos de vuelta. Creo que hoy, 27 de diciembre, por fin estoy terminando la digestión de la cena de Nochebuena.
A saber:
PRIMER ENTRANTE: pimientos de piquillo confitados rellenos de queso de cabra templado... mmm sencillamente exquisitos (se terminó todo lo de la mesa)
SEGUNDO ENTRANTE: paté con piñones con reducción de Pedro Ximénez... uauuuu espléndido, todavía siento en el paladar el dulzor (se terminó todo lo de la mesa, personalmente me encargué de que así fuera).
PRIMER PLATO (ya pasa de entrante a principio de rebosante, pero un día es un día): centollo. Así tal cual. De lujo. A eso le llaman los finos, cocina de producto. Vamos que donde hay algo bueno, que se quite el condimento. (Milagroso, tampoco sobró nada. Esta vez no fui yo la encargada de acabar con todo).
INTERMEDIO DIGESTIVO: mouse de cava con limón. El primer sorbo con cierto amargor, pero el segundo, el tercero... sabrosísimo. Pero ciertamente no cumplió su papel de reducir la sensación de lleno.
SEGUNDO PLATO (es un decir) picantones... Que queréis que os diga, estaban para chuparse los dedos, pero cada golpe de tenedor me provocaba sudores. Pero al final me tomé mi medio pollito y su guarnición. (A estas alturas sobró casi la mitad de lo cocinado, pero nadie se atrevió a hacerse cargo de ello).
PRIMER POSTRE: requesón helado con frutos secos y miel... Se supone que sería algo ligero, pero a estas alturas no había nada que pudiera ser ligero. (Lógicamente sobró más de la mitad)
SEGUNDO POSTRE: carpacho de piña con yogurt... segundo intento de tomar algo ligero y digestivo, pero no sé no sé. (Lógicamente también sobró)
Y PARA TERMINAR bandeja de turrones: dos trocitos del de jijona para cumplir la tradición. Creo que se quedaron en el esófago a la espera de que los jugos gástricos achicaran espacio. (Por supuesto la bandeja quedó prácticamente intacta)
Me niego a pesarme.
Sinceramente vuestra. SELENIA
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